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Nuestros favoritos en Madrid

Un recorrido que invita a disfrutar la ciudad sin prisas

Desde museos con alma hasta restaurantes emblemáticos

Detrás de sus grandes avenidas y monumentos más fotografiados, guarda rincones con carácter, sabores que cuentan historias y direcciones que solo los madrileños más curiosos conocen. Este recorrido reúne algunos de nuestros lugares favoritos, desde museos con alma hasta restaurantes emblemáticos, tiendas que son auténticos tesoros y espacios singulares que sorprenden incluso a quienes llevan años visitándola. Una guía para descubrir o redescubrir la capital con otra mirada.

Museos con alma propia

Pequeños templos culturales que conquistan por su carácter

Si es tu primera vez en Madrid, es casi obligatorio visitar los grandes nombres: el Museo del Prado, el Reina Sofía y el Thyssen-Bornemisza, tres pilares que resumen siglos de arte y forman parte de la identidad cultural de la ciudad. Pero si dispones de más tiempo, o ya has disfrutado de esas colecciones en otras ocasiones, Madrid guarda también museos más pequeños que conquistan por su encanto, cercanía y personalidad propia.

En el barrio de Salamanca, el Museo Lázaro Galdiano sorprende por la amplitud y diversidad de su colección. Más de 12.000 piezas reunidas por el editor y coleccionista José Lázaro Galdiano se distribuyen en un elegante palacete rodeado de jardines. Pinturas de Goya, El Bosco y El Greco conviven con joyas, textiles, miniaturas y armas antiguas, ofreciendo una experiencia que combina arte, historia y la atmósfera señorial de principios del siglo XX.

Muy cerca de Plaza de España, el Museo Cerralbo permite adentrarse en el Madrid aristocrático de finales del XIX. Antigua residencia del marqués de Cerralbo, conserva intacta su decoración original: lámparas de araña, salones de baile, colecciones de pintura barroca, porcelanas orientales y antigüedades clásicas. Visitarlo es recorrer un hogar que parece detenido en el tiempo, con cada estancia narrando una historia distinta.

En pleno Chamberí, la antigua casa y taller de Joaquín Sorolla se ha convertido en uno de los espacios más luminosos de la ciudad. El Museo Sorolla no solo reúne una selección magistral de su obra, sino que mantiene su mobiliario, objetos personales y un jardín diseñado por el propio pintor, que evoca patios andaluces y huertos valencianos. Es un lugar donde el arte se mezcla con la vida cotidiana del artista.

Y en el corazón de Madrid, el Museo del Romanticismo ofrece un viaje al siglo XIX español a través de mobiliario, pintura, porcelanas, abanicos y piezas decorativas. Entre sus joyas figura una versión del Saturno devorando a su hijo de Goya menos conocida que la del Prado. Su coqueto café, ubicado en el patio interior, es perfecto para detenerse y disfrutar de la calma antes de volver a las calles de la ciudad.

Sabores de Madrid

De la barra al mantel, con acento madrileño

En Madrid, la mesa es parte de la identidad de la ciudad. Esta pequeña selección reúne restaurantes que, en muchos casos, forman parte del paisaje gastronómico madrileño desde hace décadas. Lugares donde la cocina tradicional sigue viva, reinterpretada o no, pero siempre con respeto por el producto y por esa hospitalidad tan castiza que convierte una comida en un momento para recordar.

La Vinoteca Moratín, la Bodega La Ardosa y la Sala de Despiece son tres paradas muy diferentes pero unidas por su devoción al producto y a la experiencia. Moratín, íntimo y sosegado, propone una carta de mercado que marida con una cuidada selección de vinos. La Ardosa, castiza y centenaria, es templo del vermut de grifo y de su mítica tortilla de patatas, servidos en una barra que respira historia. Sala de Despiece rompe moldes con su puesta en escena: aquí, el producto se presenta casi como una obra de arte y el comensal participa en una experiencia tan visual como gustativa.

En la calle Zorrilla, La Ancha mantiene viva la cocina madrileña de toda la vida, mientras que Fismuler, ubicado en la calle Sagasta, es su hermano más joven y desenfadado. Ambos comparten herencia familiar y una misma filosofía culinaria basada en el producto fresco y la cocina sin artificios, pero cada uno la expresa con su propio carácter: tradición en La Ancha, creatividad urbana en Fismuler.

Sacha es otro mundo: un clásico atemporal que mezcla tradición y autoría sin alardes, con platos aparentemente sencillos pero de sabor excepcional. Para muchos, uno de los grandes templos gastronómicos de la ciudad.

Entre los grandes referentes de la cocina española en Madrid, hay nombres que forman parte de la historia gastronómica de la ciudad. Zalacaín, pionero de la alta cocina en España, mantiene un servicio impecable y recetas que son ya tradición. En Lhardy, el cocido madrileño se sirve con el mismo protocolo y sabor desde 1839, un ritual que forma parte de la identidad capitalina. Los huevos estrellados de Lucio, en la Cava Baja, siguen atrayendo tanto a madrileños como a visitantes ilustres. El Corral de la Morería, además de ser uno de los mejores tablaos flamencos del mundo, ofrece una propuesta culinaria que combina espectáculo y sabor.

Compras con personalidad

Objetos y direcciones que cuentan historias

Madrid está lleno de escaparates, pero hay rincones que trascienden lo puramente comercial y se convierten en pequeñas cápsulas de belleza, tradición y creatividad. Son direcciones que no solo ofrecen productos, sino que transmiten la historia de quienes los crean y la esencia de la ciudad. Aquí reunimos algunas de nuestras favoritas, perfectas para quienes buscan llevarse de Madrid algo más que un simple recuerdo.

Entrar en la Bombonería La Pajarita es como abrir una caja del tiempo. Fundada en 1852, esta joya del barrio de Salamanca envuelve sus bombones artesanos y frutas escarchadas en papeles de seda de colores, manteniendo intactas recetas que llevan más de siglo y medio endulzando Madrid.

Entre las tiendas más bonitas de la ciudad, destaca La Postalera, un espacio donde las postales dejan de ser un simple recuerdo para transformarse en pequeñas obras de arte. Sus ilustraciones originales y ediciones limitadas invitan a tomarse un respiro y elegir con calma el mensaje perfecto.

En pleno corazón del Madrid más histórico, la Plaza de la Paja alberga a Cocol, mucho más que una tienda de artesanía tradicional. Es un espacio donde la artesanía española cobra vida. Cada pieza ha sido cuidadosamente seleccionada para representar el saber hacer de generaciones de artesanos, fusionando tradición y diseño. Aquí, el encanto de lo hecho a mano se combina con los mejores materiales y técnicas que han perdurado en el tiempo, ofreciendo al visitante la oportunidad de descubrir la verdadera esencia de la artesanía española.

Otro de nuestros favoritos es el taller de Javier Sánchez Medina, un santuario de fibras naturales. Sus espejos de mimbre y piezas decorativas han conquistado a interioristas de todo el mundo, pero quizá su momento más mediático llegó cuando Sarah Jessica Parker visitó la tienda y adquirió una de sus cabezas trenzadas, imagen que dio la vuelta al mundo gracias a su Instagram.

Las joyas de Gold & Roses cuentan historias en miniatura. Diseñadas y fabricadas a mano en España, combinan la delicadeza artesanal con un enfoque contemporáneo que las ha llevado a brillar en alfombras rojas y editoriales de moda internacionales.

En el universo de la diseñadora española Andrea Zarraluqui, la vajilla se convierte en lienzo. Reconocida por su estilo vibrante y su minucioso trabajo artesanal, transforma cada plato y fuente en una pieza única pintada a mano, con colores intensos y motivos personalizados que convierten la mesa en una experiencia estética y personal. Visitar su estudio-taller en Madrid es asomarse a un mundo donde el arte se sirve en porcelana, con el sello inconfundible del diseño español contemporáneo.

Rincones con historia y encanto

Lugares singulares y sorprendentes que nos encontramos en Madrid

Como broche final, te proponemos una selección de lugares especiales que bien merecen una visita. Muy distintos entre sí, te permitirán elegir el que más  te guste o lanzarte a descubrirlos todos.

El Templo de Debod, en pleno Parque del Oeste y a pocos pasos de la Plaza de España, fue un regalo de Egipto a España en 1968 como agradecimiento por la ayuda en el salvamento de templos nubios. Es uno de los rincones más mágicos de Madrid: sus piedras, con más de 2.200 años de historia, conservan jeroglíficos originales y, al caer la tarde, su silueta se recorta sobre un cielo que se tiñe de dorado y púrpura.

La terraza del Círculo de Bellas Artes, situada en la calle de Alcalá junto a la Gran Vía, ofrece una de las panorámicas más impresionantes de la ciudad, abarcando desde el edificio Metrópolis hasta la sierra de Guadarrama en los días despejados.

Entre las curiosidades más llamativas de Madrid destaca “La Libertad“, una escultura del aragonés Ponciano Ponzano situada en el Panteón de Hombres Ilustres, junto a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha. Tallada en mármol blanco en 1853 —23 años antes que la famosa Estatua de la Libertad de Nueva York—, representa a una figura femenina con gorro frigio, cetro y un libro abierto donde se lee la fecha de promulgación de la Constitución española de 1869. ¿Pudo Bartholdi haberse inspirado en esta obra para concebir su icónica creación neoyorquina?

Y en pleno Parque del Retiro, la escultura del Ángel Caído se alza como una rareza mundial: es la única escultura monumental al diablo en un espacio público de este tipo. Ricardo Bellver la creó en 1877 inspirándose en El Paraíso Perdido de John Milton, y lo más inquietante es que está situada exactamente a 666 metros sobre el nivel del mar, cifra que alimenta toda clase de leyendas. Su pedestal, adornado con figuras demoníacas y serpientes, refuerza la sensación de misterio que envuelve este lugar.

Y entre esos lugares que forman parte de la identidad madrileña, la Chocolatería San Ginés merece mención aparte. Abierta en 1894, es famosa por sus churros y porras con chocolate espeso, servidos a cualquier hora del día o de la noche. Su salón de azulejos blancos y fotos antiguas es testigo de generaciones de madrileños y visitantes que han hecho de esta parada un ritual imprescindible antes de marcharse de la ciudad.

Nuestros favoritos en Madrid

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